martes, 2 de abril de 2013

LEB ORO | LAS MISERIAS DEL METODO FEB.


Miquel Feliú capitán del Forç Lleida.

Fe(b)ligreses abandonados en un desfiladero.  Nadie les protege. Hace ya dos meses se destapó uno de los episodios más graves de la historia en el baloncesto español. Cuando se depositan en la Federación Española de Baloncesto unos contratos que no habían sido firmados por los jugadores de un equipo de baloncesto. Ocurrió en Lleida, en un nuevo equipo creado ante la supervisión y consentimiento de la Federación Española de Baloncesto. Implicados los miembros de la comisión delegada de la Federación, donde se incluyen a Esther Queraltó secretaria general de la ACB y Juan Carlos Arteaga, como representantes de los árbitros. Una nueva sociedad en detrimento de una sociedad que acumulaba deudas tributarias con las cuentas embargadas. Una nueva sociedad que creó un precedente en la FEB lanzando un mensaje muy peligroso. 

Todo equipo que acumule deudas podrá seguir participando en la misma categoría si creaba una sociedad nueva.

Todo lo que empieza mal corre el riesgo de acabar peor. No obstante no se vislumbra el fondo de la cuestión. Cada semana las noticias son más preocupantes en Lleida. Jugadores arrojados a la opinión pública como vulgares trozos de carne. Tratados como meros mercenarios del oficio. Así se sintieron jugadores como Miquel Feliu, capitán del Força Lleida, ante los escritos
de un periodista local. Cuando el periodismo abandona su labor esencial, la de informar, y se convierte en un engranaje de un sistema fallido a todos los niveles. Se les trataba como mercenarios pero nadie les consideraba como unas víctimas de un fraude, presuntamente delictivo. Unos contratos no firmados por los jugadores aceptados por la propia federación de baloncesto.

Contratos que incluían cláusulas no negociadas por ninguno de los miembros del equipo. Desde contratos que en teoría eran de dos años en vigor a observar que los presentados eran de una temporada y con cláusula de despido con sólo dos meses de finiquito. Solo un ejemplo de la cacicada en Lleida.

El equipo va sexto en la liga regular en posiciones de play off de ascenso. Jugadores conjurados como espartanos del oficio. Cobran 1.000 euros mensuales independientemente de los contratos firmados. El club se hace cargo de los gastos de alojamiento. Algunos jugadores han sufrido cortes en el suministro de la luz en los últimos meses. Cortes de luz que han durado hasta cuatro días, de lunes a jueves.

Viviendo gracias a la luz de las velas. Cosas muy propias del oficio. Cuando la sublimación del jugador impagado se alcanza con el corte de suministros. Cuando no son meros empleados de una empresa que deben agradecer al club que se les pague 1.000€ mensuales sino jugadores de baloncesto con un presente que afrontar para alcanzar un futuro prometedor. La carrera del deportista es corta, con apenas quince años de duración en el mejor de los casos. Es la principal diferencia que no entienden los empresarios que llegan como nuevos al mundo del deporte profesional.

El club ha recibido una inyección económica por parte del Ayuntamiento de Lleida. Disponen de la liquidez necesaria para pagar las deudas pendientes con los jugadores. La plantilla no ha cobrado las cantidades adeudadas. Se han encontrado por sorpresa con otro capítulo desagradable. El club les ha informado que debían firmar unos nuevos contratos para cobrar las cantidades adeudadas. Si ya los contratos falsos depositados en la FEB tenían condiciones retributivas inferiores a las pactadas, los nuevos contratos redactados tienen una reducción salarial importante, en torno al 10% en el mejor de los casos. Si los jugadores no firman estos nuevos contratos el club no les pagará las cantidades adeudadas y deberán solicitar a la Federación Española de
Baloncesto ejecutar el aval presentado a principios de temporada.

El aval presentado en la FEB no cubre la totalidad de los salarios firmados y presentados en los contratos falsos depositados. Se da la circunstancias que el primer beneficiario cuando se ejecuta el aval es la propia Federación Española de Baloncesto. Si el club no ha abonado a la FEB cuotas de inscripción, los gastos de arbitraje o el importe de las fichas federativas la propia Federación salda su deuda con el club cuando se ejecute el aval. La cantidad económica restante se debería repartir entre todos los jugadores. Lo que no quede cubierto por el aval difícilmente lo cobrarán los jugadores.

El club juega con fuego considerando que tiene una posición de ventaja respecto a los jugadores. Una falsa sensación. Los jugadores son conscientes de su fuerza, solo que no la han utilizado. No por miedo sino por sentido de responsabilidad. Los jugadores sólo quieren jugar y cobrar por prestar sus servicios y luchar por el objetivo presentado a principios de temporada. Si cumplen con sus obligaciones la consideración que tendrán de los jugadores aumentará. Cuando no es sólo trabajo sino una mera cuestión de honor. Si el club continúa con su tesitura los jugadores aumentarán su presión de cualquier forma que se les preste. 

Todo por reclamar atención de quién por ahora les ha ninguneado. La Federación Española de Baloncesto no se ha pronunciado. Luis Giménez, su secretario general, aplicando su ley de silencio administrativo. Cuando en el baloncesto español se opta por la huida adelante rumbo al Mundial 2014, pasando por Eslovenia con parada y fonda. Los jugadores del Força Lleida no están solos. Merecen todo el apoyo posible. Más cuando el club que presenta unos contratos falsos ahora se siente legitimado para chantajearles. En Lleida ya no solo estalla la doctrina, ahora se descubre la miseria del método FEB.

Artículo:@elcapitaenciam
elcontraataque.es

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